En los viejos tiempos el pincel, la tinta, el papel y la piedra de tinta, usados para escribir o dibujar, eran conocidos como los “cuatro amigos del estudio”. Estos artículos de papelería han mejorado con el paso del tiempo y ahora sirven para mostrar el gusto personal.
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Antes de la digitalización, los bolígrafos y los lápices eran indispensables. Al igual que en el resto del mundo, sin ellos Corea no hubiera podido realizar eficazmente sus tareas cotidianas.
Hoy día más del 90% de la población de Corea tiene acceso a Internet y teléfonos inteligentes, ya no hace falta usar lápiz ni papel. Un móvil sirve para tomar notas, compilar listas, grabar notas de voz y tomar fotografías, y las tabletas incluso permiten dibujar con variados colores y texturas.
Así, el sector de la papelería afronta vientos en contra. Entre el menor uso de bolígrafos, lápices y papel, especialmente por parte de los jóvenes, y el exceso de productos baratos en las cadenas de tiendas de descuento, las papelerías de barrio remiten. Aún así, sería prematuro llamar obsoletos a los utensilios de escritura, pues han hallado un nuevo nicho en el corazón de los consumidores.
Muchos coreanos todavía valoran los típicos elementos de escritorio para expresarse y atesorar la intimidad que transmite una carta escrita a mano. Las posibles combinaciones de colores, texturas, diseños y composición simplemente eclipsan a los artilugios digitales estándar. En definitiva, el bolígrafo y el papel se han convertido en utensilios para expresar el gusto personal.
“Digging Momentum”
En los últimos años, la industria minorista de Corea ha capitalizado una tendencia de consumo llamada “digging” que explica cómo los consumidores profundizan más de lo habitual en un pasatiempo o un interés particular. Dicha práctica se ha extendido lo suficiente como para figurar en la edición de este año de Trend Korea, publicación anual que analiza las tendencias de los consumidores y ofrece información sobre “qué hay que tener” y “qué hay que hacer”.
Penhood, el mayor club de expertos en plumas estilográficas de Corea, es un excelente ejemplo de la magnitud del “digging”. Dicho club tiene unos 46.000 integrantes que aman las plumas estilográficas y otros objetos de escritura convencionales. Para satisfacer la curiosidad de los compradores, el club regularmente organiza eventos con decenas de puestos que exhiben grandes colecciones de plumas estilográficas.
Al ver esta tendencia, las empresas de papelería aprenden la lección de los fabricantes de velas, obligados a repensar sus productos desde que la iluminación eléctrica se volvió universal. Así, agregan nuevos usos y ofrecen nuevas prestaciones para aumentar el atractivo de las papelerías.
Para los entusiastas de los bolígrafos Monami, marca de papelería líder en Corea, ha empezado a crear productos conmemorativos. El 15 de agosto del año pasado, el Día de la Liberación Nacional de Corea, lanzó un set de productos llamado “153 ID 8.15” en honor a los luchadores por la independencia. Recientemente, añadió a su gama de productos bolígrafos decorados con flores de nacimiento, piedras de nacimiento y signos zodiacales. Para atender a la sostenibilidad, Monami también fabrica productos ecológicos hechos con botellas de plástico desechadas o cáscaras de coco mediante reciclaje o reutilización. Los compradores de lápices que buscan algo especial pueden disfrutar de una amplia gama de opciones, al margen de sus preferencias en cuanto a peso, color, tacto y tipo de madera utilizada, o también de si son diestros o zurdos.
Dakku es un acrónimo de palabras coreanas que significa “decorar diarios”. Es un hobby popular entre todas las edades, pues sólo requiere de artículos simples y económicos para expresar gustos e intereses personales.
© Monami
Monami, la principal marca de papelería de Corea, abrió la tienda Monami Store Seongsu, que lleva el nombre de un barrio de Seúl con modernas cafeterías y boutiques. Además de comprar productos de papelería, los visitantes pueden montar su propio bolígrafo.
© Monami
“Dakku”, nacido en pandemia
La pandemia también ha contribuido a redefinir los productos de papelería. Obligada a quedarse en casa, la gente buscó nuevos pasatiempos.
“Dakku”, acrónimo de palabras coreanas que alude a decorar diarios, se convirtió en un pasatiempo, especialmente entre los jóvenes, pues no requiere habilidades específicas, instrucciones detalladas, ni grandes cantidades de dinero. Una cinta adhesiva de colores, un bloc de notas y unos post-it bastan como kit de inicio.
Para los jóvenes, la primera generación de teléfonos inteligentes, “dakku” es un pasatiempo retro que sus padres hacían en la adolescencia. Dibujar con un bolígrafo, escribir en una página de un cuaderno en blanco, pegar notas adhesivas, celo estampado o trozos de papel en el diario personal, son una buena manera de entretenerse unas horas sin preocupaciones. Entre 500 y 3.000 wones (menos de tres dólares) bastan para dar a tu diario un toque personal.
Puntos de interés
Black Heart recuerda a los clientes el valor de los lápices antes de la llegada de las computadoras y los teléfonos inteligentes. Sus productos incluyen diversos lápices fuera de producción con diseño antiguo y objetos de colección.
© Lee Seung-yeoun
Por el momento, las anticuadas papelerías en zonas de moda con mucho tráfico peatonal corren menos peligro de cerrar, gracias a la sensación de nostalgia de los consumidores. Estas tiendas, sumadas a los nuevos puntos de venta de productos especializados de papelería, conviven en áreas de Seúl como Seongsu, Hongdae, Jongno o Itaewon.
Las tiendas Monami se han convertido en centro de interés para los jóvenes. La tienda de Seongsu-dong, que abrió sus puertas el año pasado, reinterpreta la fábrica original del barrio donde en 1963 produjeron el primer “Monami 153”, el icónico bolígrafo coreano. Además de un amplio surtido de productos de papelería, esa tienda ofrece a los visitantes la oportunidad de conocer la historia y los productos de Monami, o montar su propio bolígrafo en un taller in situ, una experiencia especialmente atractiva para los más jóvenes.
El taller está equipado para fabricar bolígrafos personalizados “DIY 153” y rotuladores “Plus Pens”. Mientra, en Ink Lab, los visitantes pueden crear su propia tinta de pluma estilográfica mezclando varios colores.
En tanto en Black Heart, una pequeña tienda de lápices en un callejón de Yeonnam-dong, al oeste de Seúl, los clientes pueden probar lápices viejos y conocer su historia, junto con otros objetos similares que el propietario de la tienda ha recopilado a lo largo de los años. Entre los clientes habituales no solo hay jóvenes, sino también personas de entre 40 y 50 años. Aquellos que frecuentan la tienda muestran un gran interés en los lápices vintage de diseño antiguo que dejaron de fabricarse hace tiempo.
Y otras tiendas, como Point of Seongsu en Seongsu-dong, Homi Art Shop en Hongdae o Papier Prost en Jongno, venden creativos objetos que atraen a los entusiastas de la papelería.
Cualquiera que esté dispuesto a viajar fuera de Seúl en busca de la historia de la papelería puede comenzar por el Museo del Lápiz en Donghae, en la provincia de Gangwon. Siguiendo el ejemplo del Museo del Lápiz Derwent en el distrito del Lago en Keswick, este museo inglés, que mira hacia el mar del Este, exhibe unos 3.000 lápices de hasta 100 países que el propietario ha coleccionado durante 30 años. Al observar este auge, parece demasiado pronto para decir adiós a los bolígrafos y los lápices.
Lee Seung-yeon Periodista, City Life (Maeil Business Newspaper)